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Nuria Oliver, Chief Data Scientist en Data-Pop Alliance: «La previsión es que los países o regiones que sean capaces de aprovechar la inteligencia artificial experimenten un crecimiento adicional de su producto interior bruto (PIB)»

Su ponencia se titula “Inteligencia Artificial: ficción y realidad” ¿qué es exactamente esta tecnología?

Es una disciplina que existe en el campo de la informática desde los años 50 y cuyo objetivo es el desarrollo de sistemas computacionales que sean inteligentes, tomando como referencia la inteligencia humana.

La Inteligencia Artificial es la disciplina dentro de la informática o la ingeniería que existe desde los años 50 y cuyo objetivo es el desarrollo de sistemas computacionales inteligentes, tomando como referencia la inteligencia humana. La inteligencia humana es compleja, múltiple, no la entendemos en su totalidad y los humanos tenemos muchas habilidades de diferente naturaleza. Podemos percibir nuestro entorno, actuamos, planificamos, podemos resolver problemas, nos adaptamos constantemente. De la misma forma, hay muchas áreas de conocimiento dentro de la Inteligencia Artificial.

¿Por qué es en este momento cuando se habla tanto de ella, si existe desde hace más de 70 años?

Para descubrir el motivo hay que entender las dos escuelas o acercamientos para conseguir inteligencia artificial. La primera de ellas es la simbólico-lógica o top-down, que parte del principio de que los humanos tenemos mucha inteligencia, sabemos muchas cosas y si pudiésemos programar ese conocimiento en los
ordenadores y utilizar las leyes de la lógica, podríamos derivar conocimiento nuevo a partir de ese conocimiento básico que hemos programado. El ejemplo canónico de esta corriente son los Sistemas Expertos, que representaron la primera comercialización exitosa de inteligencia artificial desde mediados
de los 70 hasta mediados de los 90.

La segunda escuela, a la que yo pertenezco, se conoce como bottom-up o conexionista y está inspirada en la biología. Parte de la idea de que, si observamos a los seres biológicos que son inteligentes, estos aprenden a partir de sus interacciones con el entorno en el que se desenvuelven. Aprenden a partir de la experiencia, de datos. Entonces si queremos construir inteligencia artificial tenemos que desarrollar algoritmos que aprendan a partir de datos. El ejemplo canónico de esta escuela son las redes neuronales.

En los últimos diez, quince años, se ha producido la confluencia de tres factores que han dado lugar a que las técnicas de inteligencia artificial basada en el aprendizaje a partir de datos hayan crecido exponencialmente y estén teniendo un gran impacto. Estos tres factores son: la disponibilidad de gran cantidad de datos (el Big Data), la disponibilidad de grandes capacidades de computación a bajo coste y el desarrollo de arquitecturas de aprendizaje inspiradas en las redes neuronales de los años 50, pero mucho más complejas, llamadas redes neuronales profundas. Estas redes, entrenadas con esos datos y aprovechando esa capacidad de computación son las que permiten que hablemos a nuestro móvil y este nos entienda o que nuestro ordenador reconozca fotos de gatitos.
Por eso ahora se está hablando tanto de inteligencia artificial, porque es ahora cuando estos sistemas están consiguiendo resultados competitivos en el mundo real.

¿Cuánto recorrido tiene esta tecnología en el ámbito industrial?

En un contexto de producción industrial está presente desde hace décadas. Por ejemplo, en los sistemas de detección de defectos por visión
artificial o en la automatización de los procesos de fabricación.

Otra área en la que está presente, y quizás es menos conocida, es la automatización de las transacciones en bolsa. La gran mayoría de estas operaciones son transacciones algorítmicas, no son humanas.

Lo que se ha producido en los últimos años, y casi de forma imperceptible, es una presencia de la inteligencia artificial en prácticamente todas las esferas de nuestra vida. Y esto ha sido fundamentalmente impulsado por la ubicuidad de los dispositivos móviles y por los procesos de digitalización del mundo físico impulsados por la sensorización con el Internet de las Cosas.

¿Qué papel está teniendo esta tecnología desde el punto de vista empresarial?

La previsión es que los países o regiones que sean capaces de aprovechar la inteligencia artificial experimenten un crecimiento adicional de su producto interior bruto (PIB). Esto sería debido a dos aspectos: Por una parte, una mejora de la productividad y aumento de la eficiencia y, por otra parte, a la creación de
nuevos servicios gracias a la inteligencia artificial.

Estamos inmersos en la 4ª Revolución Industrial y la inteligencia artificial es clave en esta. Como todas las revoluciones industriales, conlleva una amplia transformación de la sociedad desde todas las perspectivas, incluyendo también la dimensión laboral y económica. Como consecuencia del desarrollo de inteligencia artificial se anticipa que va a haber un gran desplazamiento laboral. Muchas profesiones verán que muchas de sus tareas van a ser automatizadas, pero también habrá nuevas profesiones. La mayoría tendrán un perfil tecnológico y distinto al de las profesiones que se van a ver desplazadas.

Según el Foro Económico Mundial, la previsión es de un crecimiento neto, es decir, habrá muchas oportunidades laborales, pero la clave es que, si no preparamos a nuestros profesionales y no invertimos en educación para formarlos en estas capacidades, tendremos un problema porque no tendremos a las personas
que puedan contribuir en este escenario.

¿Y en que posición está España en esta carrera por ser un referente en cuanto a inteligencia artificial?

En inteligencia artificial hay tres grandes dimensiones que podemos considerar: investigación, innovación y adopción. En cuanto a investigación, España está relativamente bien posicionada dentro de Europa. Europa está en una posición de debilidad frente a Norteamérica y a Asia. Si analizamos los principales congresos sobre el tema y las instituciones que publican en ellos, el número 1 es Google y luego tenemos universidades americanas. No aparece ninguna
institución española en el ranking de las 10-20 instituciones que lideran en publicaciones en dichos congresos.

Desde el punto de vista de la innovación, Europa también tiene una posición de debilidad y en el ámbito europeo España tampoco ocupa los primeros lugares.
En cuanto la adopción de la inteligencia artificial en el tejido empresarial, Europa tampoco lidera.

Las grandes empresas tecnológicas están en Norteamérica y en Asia. Por estas debilidades, la Comisión Europea lanzó un plan ambicioso de inversión en I+D+i
en inteligencia artificial para intentar cerrar la brecha que existe frente a estos continentes.

También la comunidad europea científica e investigadora en esta disciplina, particularmente en el acercamiento bottom-up, creamos una asociación sin ánimo de lucro llamada ELLIS (https://ellis.eu) que, entre otras cosas, ha creado una red de excelencia europea de grupos de investigación. ELLIS ha seleccionado 30 de
estos grupos, 30 unidades ELLIS y, precisamente, la propuesta que yo hice para la creación de una unidad en Alicante es la única en España.

¿Qué medidas o impulso necesitan los investigadores y la empresa privada española para incorporar este tipo de tecnología?

Es fundamental el talento y para ello hay que atraer, retener y cultivar la próxima generación de talento excelente. Tenemos una gran falta de talento en esta disciplina y, como he comentado, la Inteligencia Artificial es fundamental en la 4ª Revolución Industrial.

Es necesaria una formación sobre la materia en las distintas etapas de la educación, pero también que la empresa forme a aquellos profesionales en los que la inteligencia artificial vaya a impactar en sus tareas, para que puedan seguir contribuyendo y colaborar en su trabajo con sistemas de inteligencia artificial, así como a la ciudadanía, la administración pública y la clase política.

La crisis sanitaria ¿está favoreciendo esta transformación?

Durante la pandemia se ha producido una aceleración en los necesarios procesos de digitalización de empresas e instituciones. Todos hemos tenido que teletrabajar y ofrecer nuestros servicios de manera telemática. Gracias a tecnología hemos podido seguir trabajando, estar en contacto con nuestros seres más
queridos, recibir los servicios necesarios y continuar aprendiendo.

Creo que la pandemia también ha puesto en evidencia las deficiencias respecto a este proceso de digitalización. Espero que una consecuencia de esta situación sea la apuesta firme y continuada de instituciones públicas y empresa privada por esta digitalización.

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