Patricio Montesinos es MSC en Ingeniería Informática, MBA y Doctorado en Educación a Distancia por la UPV, así como miembro del Consejo de la Asociación Internacional de Educación Continua en Ingeniería (IACEE) desde 1998. También es miembro del Comité de Expertos de la Fundación CYD y miembro del COLUMBUS Comité de Educación Continua desde 1996.
Ha sido presidente del Grupo de Trabajo sobre Educación Continua en Ingeniería de la Sociedad Europea para la Educación en Ingeniería (SFFI) de 1998 a 2004, co fundador y vicepresidente de la “RED de Educación Continua para Latinoamérica y Europa” (RECLA) desde 2003 a 2007 y vicerrector personal “no académico” de la UPV del 2003 al 2006.
¿Con qué tres o cuatro ideas clave quiere que se quede la audiencia de su conferencia “Cuándos y cómos de gestionar el proceso de innovar: innovando la innovación” dentro de la V edición del Congreso de Tecnologías Emergentes?
Cuando se habla de innovación, habitualmente se genera mucho ruido por no comprender la necesidad de reflexionar desde diferentes perspectivas. Hay una perspectiva de ecosistema, donde las instituciones y empresas son fundamentales, otra específicamente organizativa, donde la sistematización de la innovación es lo que resulta probablemente lo más relevante y una última perspectiva, la individual, donde las competencias y las herramientas que manejan los profesionales son lo que cobran mayor relevancia. Por estas razones las ideas donde vamos a focalizarnos son:
- La innovación es consecuencia de un proceso que debe ser gestionado.
- Las herramientas deben ser comprendidas para poder ser aplicadas.
- Las competencias son el músculo que nos permite hacer innovación.
A raíz de su ponencia ¿ Se está gestionando bien la innovación en España o hay alguna asignatura pendiente?
España tiene unos ecosistemas de innovación sectoriales y geográficos condicionados por el tamaño de sus PYMES, muchas de ellas por debajo de los 25 trabajadores y eso crea un contexto diferente para enfocar la innovación a otras naciones. Si tuviéramos una escala de 5 niveles para hablar de madurez global, nos manejamos bien posicionados entre el nivel 3 (la gran mayoría) y el 4 (algunos con líderes visionarios) bajo la perspectiva de ecosistema nacional. No obstante, estar bien o mal depende de la perspectiva que se use: la de ecosistema nacional, la de las organizaciones y la de los individuos. Teniendo incentivos para la innovación, las organizaciones no disponen de individuos entrenados para sistematizar la gestión del proceso de innovar. La segunda y la tercera perspectiva necesitan un esfuerzo adicional en capacitación y movilización de actores para esa sistematización. Tardamos casi 70 años en comprender y aplicar la mejora continua y esto no nos debe pasar en la gestión del proceso de innovar.
La columna vertebral de esta V edición del Congreso de Tecnologías Emergentes es la Inteligencia Artificial y la humanización, ¿Se suele tener en cuenta, en general, la humanización en los proyectos de transformación digital, tanto de compañías como de entidades públicas?
La transformación digital tiene “todo” que ver con los procesos, automáticos, manuales o semiautomáticos. Por un lado, la interacción de los clientes y los empleados sobre los procesos debe contemplar la experiencia de usuario en los dos niveles. Y la transformación de procesos manuales y/o semiautomáticos a totalmente automáticos tiene sus ventajas evidentes en costes y efectividad en la respuesta pero también tienen sus riesgos por las dificultades inherentes a la interacción automatizada. Consideramos que la experiencia de usuario debe convertirse en el eje transversal que esté presente en todos los proyectos de transformación digital, tanto en el lado del cliente como en el lado del empleado.
El Congreso de Tecnologías Emergentes cumple este año su V edición ¿Qué supone un congreso de estas características para el ecosistema tecnológico de la Comunitat Valenciana?
Es característico de los ecosistemas más desarrollados hacer revisiones periódicas del estado del arte de aquellas tecnologías que nos están afectando y nos van a afectar. Este congreso es una ventana abierta para directivos y profesionales al qué y al cómo de nuestro contexto tecnológico. La anticipación y la visión son competencias compartidas en los ecosistemas que creen que es mejor gestionar el futuro que dejar que este simplemente te gestione a ti. Disponer de este congreso como oportunidad para visualizar y anticipar es una necesidad y un lujo que debemos seguir manteniendo por el bien de nuestras empresas, de nuestra sociedad y de nuestro futuro compartido.
Bajo su punto de vista ¿una mayor evolución de la tecnología supone pérdida de humanismo?
Una aplicación incorrecta y sin ética de cualquier tecnología supone deshumanización y perdida de libertad. Igual que en el pasado se valoraba a los “proletarios” por el tamaño de su prole, hoy por hoy podemos ser vistos por las grandes compañías tecnológicas como “infotarios”: solo nos valoran tanto en cuanto les compartamos información de nuestro comportamiento. Visto lo visto en lo que están haciendo estas compañías con nuestra voz, nuestras imágenes, nuestro gasto, nuestras interacciones y nuestra geolocalización, parece urgente empezar a formular un nuevo contrato social con estas compañías en el que participemos de los beneficios que el uso de la información que generamos repercuta directa o indirectamente en los que la producimos.
Este nuevo contrato social, para establecer los límites con los que se puede funcionar con nuestra información, nos lleva a pensar que estamos en el equivalente a la Edad Media en la gestión de la información, con grandes señores feudales de los datos que convierten a estos en información rentable con total impunidad y con nuestro asentimiento irreflexivo. Es posible que debiéramos conducir un cierto “Renacimiento Intelectual” sobre los derechos irrenunciables que de los individuos actuales tenemos y debemos renegociar.
Usted proviene del ámbito educativo ¿Cómo se está trabajando este humanismo en las nuevas generaciones?
Nunca son suficientes los esfuerzos que se hagan desde el entorno educativo para garantizar los derechos tecnológicos de los infotarios. Pero las Universidades, por su acceso a la plasticidad competencial de sus alumnos y la necesidad de actualización de sus egresados, a través de la formación permanente, son y deberán ser actores necesarios en esta redefinición conceptual y cultural que nos afecte a todos.